El que escribe y suscribe esta entrada nunca ha sido
entusiasta de ningún nacionalismo, es más me atrevo a decir que creo que todos
los nacionalismos han sido y son reaccionarios excluyentes y han traído al
mundo muchísimas desgracias y sufrimientos y poquísimas satisfacciones y alegrías.
Al que escribe y suscribe, le gustaría, desearía un mundo sin fronteras y sin
banderas (que le vamos hacer utópico que es uno), prefiere unir personas a
separarlas, prefiere a los que quieren derribar muros que a los que los levantan,
le gusta más la palabra internacionalista que nacionalista, como dijo el poeta,
"Yo no creo que mi patria termine con la frontera, pero es seguro que a
los hombres nos separan con banderas.
Pero al que escribe y suscribe esta entrada hay una cosa que
le gusta menos que el nacionalismo y es el prohibicionismo, los prohibicionistas suelen ser personas poco amantes de las libertades aunque presuman de todo lo
contrario, su solución para cualquier problema es prohibir, son torpes, muy
torpes, rematadamente torpes, en su afán prohibicionista el resultado que obtienen
suele ser totalmente contrario al que deseaban, son los bomberos que apagan el
fuego con gasolina, son tontos, tontos de medalla, asustan de lo tontos de
capirote que pueden llegar a ser, lo suyo no en pensar, lo suyo es prohibir.
Todo lo anterior viene a cuento de que en Cataluña, algún "genio" ha decidido prohibir que la bandera estelada ondee en ningún lugar público
durante la celebración de las próximas elecciones municipales y autonómicas, la
consecuencia directa de la prohibición, es, ha sido y será, la aparición de miles
de esteladas en ventanas, balcones y terrazas donde antes no estaban, ¡si señor
un premio para el prohibidor! Hasta a mí que ya he dejado claro lo que opino de
todos los nacionalismos (incluido el español), y que vivo en Madrid, me están
entrando una ganas locas de poner una estelada en mi ventana, no por nada, solo
por aquello de la libertad.
"Está prohibido prohibir" dice la canción. No hay nada peor que te digan que no hagas algo para que te entren unas ganas irrefrenables por hacerlo.
ResponderEliminarBesos mi querido Gachupín
¿Ese niño por qué está tan serio eh? Dime...
ResponderEliminarHan conseguido lo que pretendian.
ResponderEliminarAl igual que tu, me considero un utópico, pero incluso en la utopia anarquista se planean normas de respeto hacia los demás, si no nos gustan las leyes que tenemos rompámoslas.
Con tal de llamar la atención para que la gente se fije, cualquier gilipollez es válida. Dentro de unos cánones y normas con querer aplicar prohibiciones, lo que se consigue es que la gente se rebote más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ah, para prohibir, es cierto, hay que pensarse bien lo que se prohíbe. Porque si es injusto y estúpido, si va contra el sentido común, seguro seguro que a cualquiera que no sea alguna de esas cosas se le ocurre incumplirlo. Y entonces el que ha prohibido tiene un problema de más.
ResponderEliminarUn abrazo,