domingo, 10 de noviembre de 2019

Erase una vez


Erase una vez en el país de los insectos donde las cucarachas de una forma o de otra siempre conseguían ganar las elecciones para esclavizar y explotar a las hormigas que siempre andaban divididas.

¡Un día surgió la oportunidad! Si las hormigas unían sus fuerzas podían ganar a las cucarachas, gobernar e intentar mejorar la vida de todos los insectos.
Las hormigas con alas se reunieron con las hormigas sin alas y discutieron, se enfrentaron en un diálogo de sordos, se oían, pero no se escuchaban.
Las hormigas con alas querían todo el poder para ellas, pretendían que las hormigas sin alas les dieran su apoyo por nada. Las hormigas sin alas querían más poder, todo les parecía poco siempre terminaban diciendo queremos más, mucho más.
Así las cosas, ante posturas tan irracionales y sectarias por parte de los dos grupos de hormigas sucedió lo inevitable. ¡Se rompieron las negociaciones! En el hormiguero se montó un gran revuelo, se escucharon insultos, ofensas y culparon mutuamente del fracaso de las negociaciones, no quedó más remedio… ¡CONVOCAR NUEVAS ELECCIONES!

La nueva convocatoria creó una gran decepción y frustración en una gran parte del país de los insectos, muchos anunciaron que no volverían a las urnas, la abstención sería su opción.
Entonces alguien que por lo simple, miserable, in-solidario, perverso, ruin y criminal de sus planteamientos había sido insignificante y marginal, vio la oportunidad de crecer y hacerse fuerte, se trataba de… ¡EL INSECTICIDA!

El día de las nuevas elecciones muchas hormigas y cucarachas cabreadas votaron insecticida ¿Resultado?... ¡TODOS MUERTOS! Las cigarras, grillos y saltamontes que se habían abstenido también.