jueves, 5 de diciembre de 2013

¡¡¡ Ché pibe que bueno que viniste !!!

La tarde estaba fría, Noviembre terminaba con un viento desapacible y helador, pero en el barrio la vida bullía, sus habitantes se afanaban en sus tareas cotidianas, en la esquina del paseo, Mohamed preparaba los corderos recién llegados del matadero musulmán, mientras en su carnicería las clientas esperaban pacientemente su turno.

Fowsiyo en su peluquería peinaba a una mujer, joven, vestida con el vestido tradicional de la república de Yibuti, el "dirac", las dos son de ascendencia somalí, y charlan cómo si se conocieran de toda la vida.

En el bar Los Andes, trabajan Diego y su mujer Carmencita, ellos son peruanos y en su local se come un cebiche insuperable, últimamente también preparan comida española, es que hay que estar a todas, dice Carmencita.

Más abajo están An-Yi y Fen, son pareja y trabajan una tienda de todo a un euro, el chino la llaman en el barrio.

En la otra cera está el restaurante de Yamir, el hindú, y un poco más allá Álvaro que es de Ecuador, trata de salir adelante con su taller de pinturas y chapuzas varias, y la bodega del Sr, Francisco, Paco para los parroquianos, que es español nacido en el barrio, y presume de que entre su clientela hay más nacionalidades que en la ONU.

También está el colegio, allí entre los peques no existen razas, fronteras, países ni colores, todos juegan y aprenden a convivir juntos, más de una docena de nacionalidades dando una lección de tolerancia a sus mayores.

Luego está la inmobiliaria, que no es más que una caseta prefabricada, dónde venden los pisos que recientemente han construido en los terrenos que antes ocupaba la chamarilería, del vendedor nadie sabe nada, llega por las mañanas en su coche, entra en la oficina, y sólo sale de ella para enseñar una vivienda a algún presunto cliente, come fuera del barrio, y al anochecer cierra la oficina, mira en todas direcciones como si temiera algo, monta en su coche y desaparece.

Un coche para junto a la oficina de venta de pisos, de él baja una pareja joven de aspecto impecable, empuja la puerta de dicha oficina pero no se abre, desde el interior el vendedor sentado detrás de una mesa, mira atentamente como para cerciorarse de quien llama, aprieta un botón, y con un ligero zumbido la puerta se abre, buenas tardes que desean, pregunta amable y solícito el vendedor, buenas tardes contesta la pareja al unísono, nos gustaría visitar el piso piloto y que nos informara de las condiciones de venta, continúa la mujer que parece que lleva la voz cantante, muy bien dice el vendedor cogiendo un manojo de llaves del cajón de su mesa, acompáñenme por favor.

La visita al piso piloto transcurre como transcurren esas visitas, con la tradicional verborrea del que quiere vender a toda costa, que si 80 espaciosos metros cuadrados, calidades de lujo, cocina amueblada, salón independiente, tarima flotante, dos ascensores, garaje, trastero, etc., son 275.000,- € de nada, a pagar en 40 años.

Al salir del piso piloto el vendedor pregunta ansioso, que tal les ha gustado?, no me digan que no es un gran piso?, no se, responde la mujer, tenemos que pensarlo, el piso está bien pero...ya se que le preocupa, le interrumpe el vendedor ¡el barrio!, como ya se habrá dado usted cuenta es cierto que hay muchos emigrantes y extranjeros, pero le puedo asegurar que en este bloque de viviendas no hay ninguno, la mujer abre los ojos con gesto de perplejidad, mira fijamente a su acompañante los dos sueltan una carcajada y dice con ese acento tan característico de los argentinos (hasta ese momento la conversación se había dado en un español sin ningún acento ni entonación), che pibe, te diste cuenta, vamos a ser los primeros en habitar la estancia, es macanudo che.

El vendedor se pone rojo y avergonzado, agacha la cabeza y se despide con un susurro, buenas tardes, y se vuelve a encerrar en su oficina.

P.D. Esta entrada está basada en un  hecho real, que yo he novelado y adornado con fantasía, pero relata un hecho racista y xenófobo que le sucedió a una pareja de hermanos argentinos, que después de diez años viviendo en España hablaban un español sin ningún acento, la inspiración me vino al leer una carta al director en el diario El País, del jueves 5 de Diciembre de 2013, firmada por Antonella Meroi, a la que deseo por lo menos otros cien años de feliz estancia en éste que también es su país.

10 comentarios:

  1. ¿Algún día seremos personas sin colores y sin fronteras?


    Utopia mi querido, perra utopia.

    Un beso con abrazo.

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    1. MaLquE, el mundo hoy más que nunca necesita utopías y utópicos, sin ellos el mundo se para.

      Por otra parte, no se que le pasa a tu blog, que no me permite hacer comentarios.

      Besos.

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  2. Hola Bipolar, tienes la respuesta a tu pregunta (Retales Visuales) en mi blog.
    Besos,

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    1. Gracias Pat, ya había leído tu contestación, voy a mandar un correo.

      Besitos.

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  3. para el odio siempre se inventan argumentos y razones, pero por mucho que se empeñen no es racional, sólo miedos

    besos,

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    1. Miedos ,ignorancia y sobre todo intereses económicos.

      Besitos, maslama.

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  4. Creo que Antonella Meroi, al final se compró el piso. Según la carta que publicó en El País.

    Salud, Bipolar.

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  5. Si Tomás, será por que el piso era realmente bueno, o que les gusto el barrio, o ambas cosas a la vez, ¡valla usted a saber!

    Salud.

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